jueves, 28 de junio de 2012

0 Un exprisionero de Nueva York demanda a la ciudad por mala comida en prisión


Un exprisionero de la cárcel neoyorquina de Rickers Island, Michael Isolda, demandó a la ciudad de Nueva York por 80 millones de dólares a causa de los daños que su sistema digestivo ha sufrido por la escasa calidad y poco tiempo que en esa prisión dan para realizar las comidas.
"Para mí, Rikers Island ha sido una sentencia de muerte", dijo Isolda en la declaración jurada que su abogado presentó con una demanda en la corte federal de Brooklyn esta semana y que hoy reproduce el diario The New York Daily News.
Isolda señaló también que en esa conocida prisión neoyorquina, por donde han pasado desde el financiero defraudador Bernard Madoff al exdirector gerente del FMI Dominique Strauss Kahn, "no te tienes que preocupar de sobrevivir por los otros prisioneros. Allí me preocupaba de la comida que me estaba matando".
En los documentos presentados ante el tribunal, Isolda, que llegó a pesar 209 kilos, alega que en 2008 se sometió a una operación de reducción de estómago y le colocaron un "by pass" gástrico.
En 2010 fue detenido por posesión de analgésicos y condenado a un programa de rehabilitación por uso de drogas, pero en marzo de 2011, cuando ya había conseguido adelgazar 70 kilos, regresó a la cárcel después de dar positivo en un test por consumo de drogas.
El exreo indicó en su declaración que entonces estaba en proceso de adelgazamiento, para lo que necesitaba comer despacio y al menos disponer de media hora para ingerir alimentos blandos, mientras que en esa prisión "a los presos solo les dan cuatro minutos para acabar sus comidas", dice el diario.
Isolda, que perdió más de cien kilos durante su paso por la prisión neoyorquina, dijo que comer tan rápido le causó vómitos y la separación del estómago y el intestino, por lo que tuvo que ser trasladado de urgencia desde la cárcel a un hospital y someterse a otra intervención quirúrgica, de la que todavía no se ha recuperado.
Su abogado defensor presentó ante el juez que lo sentenció entonces una carta del cirujano que lo operó, pidiendo que el paciente tras haber sufrido una operación de reducción de estómago necesitaba tiempo para masticar los alimentos, pues de lo contrario ello le causaría vómito y problemas en el esófago.
El diario señala que el juez pidió que la carta del especialista médico se añadiera al expediente carcelario de Isolda.
La misma fuente agrega que en Rikers Island los menús no son muy variados, y que se desayuna cereales o una tostada con gelatina, para comer se elige entre dos tipos de bocadillos de fiambre y se cena estofado de carne, además de que los presos reciben leche y un refresco en cada comida.
Isolda, según el diario, nunca vio a un nutricionista y señaló que "si se le dice a un guardia que no has terminado (de comer), te esposan y te llevan al agujero", en referencia a las celdas de confinamiento solitario.
"Está muy deprimido. Parece un superviviente del Holocausto", dijo su abogado, Robert Adinolfi, al diario, que también publica que en la demanda figura que su estado de salud es tan delicado que no puede mantener relaciones íntimas con su pareja.
Por su parte, un portavoz del departamento de penitenciarías de Nueva York indicó al diario que "la política y la práctica es dar a los presos el tiempo adecuado para que coman. Todos tienen acceso a un médico cuando lo necesitan".

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